Caballito blanco Llévame de aquí Llévame a mi pueblo Donde yo nací
Tengo, tengo, tengo Tú no tienes nada Tengo tres ovejas En una cabaña Una me da leche Otra me da lana Otra mantequilla Para la semana
Esos versos infantiles, me los cantaba
mi tatita, la Marta, para ver si yo comía, mientras gesticulaba ostentosamente
con la boca, entre cada verso, tratando inconscientemente de que yo imitara los
movimientos deglutorios, para ingerir el potaje, por lo general nauseabundo, de
la comida infantil. Mientras cantaba, yo imaginaba que cresta significaba la
canción, en un intento semiológico rupestre, me figuraba al sujeto que
interlocutaba con un caballo y me preguntaba si el animal podía responderle, si
la segunda estrofa acaso era la replica equina al descabellado intento de
pedirle movilización verbalmente al animal. ¿Sería el propio caballo el dueño
de las ovejas? Si no, quien otro era ese “tu”, del “tu no tienes nada”, otro
acaso… ¿distinto del caballo, o el hablante en primera persona? Mientras más
pensaba, mas iba deglutiendo la papilla insalubre, de sesos molidos, bistec de
hígado y otras delicias que le daban pretéritamente a los críos. Hoy en el
almuerzo, los versos empezaron a nadar en mi cabeza, varios días de comida mala
me los han traído a la memoria gastronómica musical. Caballito blanco llévame
de aquí, llévame a mi pueblo donde yo nací…Se me imagina el roto, venido del
campo, botado en plena vega central o al pie del mercado cardonal, viendo
un transporte de tracción animal,
cargado hasta el cielo de lechugas venidas de su terruño, con un caballo blanco
y famélico, sediento de libertad y de campo tanto como el mismo, me lo imagino
cantando, elevando un grito poético de anhelo, como cuando los estacionadores
cantan a un tercero imaginario, para significar que la lola tetona que pasa por
ahí, les gusta: “lo que pashó pashóoooo, entre tu y yoooooooo” Así mismo, ese
roto urbanizado se desclasa, y pretende tener mas que el otro miserable, en un
edén primigenio y bucólico, “Tengo, tengo, tengo, tú no tienes nada”. Acto
seguido desliza la connotación sexual y proxenética: “Tengo tres ovejas en una
cabaña. Una me da leche, otra me da lana, otra mantequilla para la semana.” Las
tres hembras dejan de tener carácter animal al vivir en un inmueble; la leche y
la lana denotan obviamente la comida y el abrigo, mientras que la mantequilla,
al asociarse a la grasa o manteca (Vg. Este chancho no da grasa = este sujeto
no aporta dinero), hablan a las claras del dinero para el bolsillo. Algo
parecido a la tan famosa “Pensión Soto”, donde dan casa, comida y poto, o mas
bien, la “Pensión Lillo”, donde dan casa, comida, poto y dinero para el
bolsillo.
Si piensa que he exagerado en la
deglución, haga usted el intento con esta otra nana infantil, con la que mi
madre dice que yo espeté mis primeras palabras, llamada como el canero brebaje:
“El Pájaro Verde”
Hay un pájaro verde puesto en la
esquina…ina Esperando que pase la golondrina…ina Yo no soy golondrina soy un muñeco…eco Que cuando voy a misa me pongo
hueco…eco Y si me pongo hueco es por que yo
quiero…ero Porque la chancha mía tiene dinero…ero Y si tiene dinero que me lo
preste…este Para comprarme un traje de seda
verde…erde
|